DEDICATORIA

Este blog está dedicado a los padres que se pasan horas y horas ante el televisor, mientras sus hijos pasan horas y horas ante la consola, y también está dedicado a los maestros que van al trabajo como quien va a la oficina, como una rutina más de su vida, que han perdido el afán de aprender (¿lo tuvieron alguna vez?) y por ello son incapaces de transmitir el más mínimo entusiasmo por los misterios del mundo a sus desafortunados alumnos.

miércoles, 15 de enero de 2014

LOMCE: CREDERE, OBEDIRE…



UNIDAD DIDÁCTICA 

SOBRE EL VALOR DE OBEDECER


Primer día de clase de la asignatura Valores Éticos, alternativa a la Religión. En realidad, Religión debería catalogarse como Alternativa a Conocimiento, pero siguen siendo las otras asignaturas las alternativas a, como si Religión fuese la primera opción cognitiva. Es el valor de creer. Importante, porque sin el valor de creer asumido, es difícil activar el valor de obedecer.

Entrando en materia. El profesor de la asignatura entra en la clase, serio y compuesto. Esto es importante. Inmediatamente pide a los alumnos que se levantes de sus asientos. Todos en pie. Naturalmente, algunos van a quedarse sentados. Posiblemente se imponga el silencio, porque la orden va a producir cierto impacto entre los alumnos. Seguidamente, el profesor pedirá que se identifiquen los alumnos que se han quedado sentados. Anotará sus nombres y de quienes protesten. Sin dar mayores explicaciones. Y finalmente pedirá que tomen asiento.

_Esta es la primera lección de la asignatura: el valor de obedecer_ dirá.

Seguidamente preguntará a los que no se han levantado, por qué han desobedecido. Les pondrá un positivo. ¡Vaya mierda!, dirán los que obedecieron. Expresarán su malestar alegando excusas. La respuesta pertinente del profesor: si no os gustaba la idea, ¿por qué habéis actuado así? Los que han obedecido han creído que iba en serio, y han temido las consecuencias de desobedecer al señor profesor. El miedo se ha impuesto sobre su voluntad, y se han comido la mierda.

La pregunta siguiente: ¿de verdad puede tener valor algo que se activa por el miedo? En realidad, los alumnos han creído que su profesor ejerce un cierto poder, y ese poder ha podido más que su resistencia a obedecer. Pero no se han preguntado por el valor ético de su obediencia: ¿puede tener valor el deber de actuar por la voluntad de otro? ¿Hay que creerse esto para aprobar la asignatura? (seguro que algunos alumnos se lo preguntan). ¿Qué valor puede tener la obediencia frente a la posibilidad de actuar según la voluntad de cada uno? ¿No es eso la libertad de poder elegir que tanto alaban los ideólogos del liberalismo económico? ¿No será que esa libertad estará en realidad limitada a las diversas marcas de productos en el supermercado? Creer y obedecer servirán, pues, de límites a esa peligrosa herramienta que es la voluntad individual, la libertad de pensar.

_Pero, ¿quién soy yo? ¿Cómo es posible que yo represente tanto poder?_ se pregunta el profesor.

El profesor, efectivamente, representa al poder en la institución escolar. Puede aprobar, suspender, amonestar, arruinar tu vida futura. Es el eslabón principal de la cadena que te colgarán cuando seas adulto, esa cadena que te atará para siempre a la gran rueda. Él mismo forma parte de la gran rueda, es un pequeño resorte que se  rige por el movimiento general del conjunto de ruedas, desde la primera hasta la última, transmitiendo un flujo de órdenes desde arriba hasta abajo de todo, donde están esos aspirantes a adultos deseosos de integrarse en ese flujo de movimiento. Pero aún están a tiempo de captar el carácter impositivo de toda esta gran mentira. Se trata de captar el valor cívico de la incredulidad. No te tomes en serio a ese profesor estirado que ordena que te levantes. Un día te ordenarán que pulses un botón que activará un misil, y también te lo creerás. Todas las catástrofes morales han sido más fruto de la obediencia crédula que de la desobediencia incrédula. La bomba atómica, los campos de exterminio, las grandes batallas, las guerras civiles, los desastres ecológicos, la explotación laboral, son el resultado de complejos procesos de credulidad y obediencia. Así que es muy importante que la incredulidad y la desobediencia sean dotadas de valor cívico. Sin ellas, los negros americanos todavía rezarían aparte, comerían aparte, estudiarían aparte; sin ellas, las mujeres musulmanas no pueden conducir, no pueden estudiar, no pueden hablar. Ese es el valor de la obediencia y la credulidad.

Pero si los alumnos prestan atención, no resulta tan difícil obstaculizar el flujo de la obediencia y la credulidad. La gran rueda queda lejos, y naturalmente será muy difícil y costoso pararla. Un individuo no es nada más que un grano de arena. Y la gran rueda dispone de muchos individuos dispuestos a obedecer. El profesor, por ejemplo, su pequeño transmisor de órdenes. Pero fíjense ustedes, alumnos, que es muy fácil inutilizar toda la energía que se invierte en hacer circular las órdenes desde arriba hasta al profesor: basta con desobedecer al profesor y dejar de creer en todo lo que dice sobre el valor de obedecer, según se puede leer en el libro de la asignatura “Valores Éticos”. El profesor no es más que un sicario, un minúsculo obediente por temor del poder, incapaz de asumir el valor de la libertad de pensar.


Héloïse La Nouvelle






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